La masificación de los centros penitenciarios es la realidad a la que se enfrentan las sociedades actuales. La aplicación sistemática de la pena de prisión, ha provocado la saturación del sistema penitenciario poniendo en riesgo la consecución de los objetivos encomendados al mismo, la reeducación y reinserción social del penado.

La hiperactividad punitiva demandada al legislador, ha denostado las medidas alternativas que fueron concebidas entre otras, precisamente para evitar el mal mayor que supondría el desbordamiento del sistema.

Ese momento ha llegado, las prisiones españolas están generalmente al 150% de su capacidad e incluso algunas superan esa ratio, los programas de tratamiento se ven incapaces de abordar la demanda existente del derecho al mismo, el espacio vital dentro de la prisión, comienza a estar en puja entre los presos y el personal funcionarial de la institución, se siente incapaz de contener algunas de las situaciones que esto genera.

El reto actual pasa por lograr reducir el cupo de internos a la capacidad ideal del sistema, este reto deberá de ser viable y factible y su ejemplo a seguir lo podríamos “adoptar” desde el derecho comparado, pues otros países, que en su momento presentaban tasas de internos similares a la española, actualmente ven reducidas sus tasas a mínimos envidiados por nuestro sistema.

Cual fue el método a seguir por países como los del ámbito escandinavo que lograron vaciar legal y consensuadamente sus prisiones a mínimos históricos.

Pues sencillamente se logro mediante la efectiva aplicación de la pena de multa, la sustitución de las penas de prisión menores, la libertad a prueba, la localización permanente, los trabajos en beneficio de la comunidad y medios electrónicos de seguimiento.

Estos mecanismos no nos deberían de resultan ni diferentes ni descabellados en nuestro ámbito, pues existen en nuestra legislación, pero solo falta darles la verdadera carta de naturaleza que merecen, explotarlos al máximo, invertir en ellos, y dotarles de los medios necesarios que hagan factible su utilización y logren así, no solo des-saturar nuestras prisiones, sino también, que contribuyan a desbaratar la innecesaria tendencia a querer solucionar la masificación mediante la construcción de nuevas prisiones, que requieren un exageradísimo costo y que en sí, no supondrían más que a corto plazo el efecto deseado.

Pero no cabe duda que al igual que los países objeto de esta idílica comparación, necesariamente, y previamente se debería intentar instaurar, una realista conciencia social, necesaria para afrontar y desbaratar la idea de mas cárcel y mas penas y que el único modo de castigar, no pasa necesariamente por una prisión.